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¿En qué momento los expertos sobre el coronavirus han pasado de llamar a la calma a declarar la crisis?

Cuando se notificó el primer contagio, la OMS recibió información de expertos sobre sus expectativas basadas en precedentes. Se trataba de un nuevo coronavirus, pero con la ventaja de tener, a priori, un coste menor en vidas humanas.

Alarmar sin datos hubiese sido caótico y contraproducente. Eso no elude las responsabilidades y errores cometidos por las personas que deben velar por nuestra seguridad, en absoluto.

No se declaró la emergencia internacional hasta la segunda reunión del comité responsable.

La opinión pública se queja a los expertos por haber cambiado su discurso. Pero lo cierto es que éstos tienen el deber de evitar el pánico para minimizar el impacto socioeconómico siempre que no sea en contra de la salud pública y la comunicación.

Aunque, como hemos dicho, eso no implica si deberían haberse tomado medidas más o menos contundentes, antes o después.

Especular sin basarse en datos provoca el pánico y puede degenerar en:

  • Reducción de capacidad de abastecimiento de los comercios creando falsa sensación de escasez.
  • Aumento de precios de productos como mascarillas y reducción de su disponibilidad para los que sí las necesitan.
  • Racismo.
  • Repercusión económica
  • Dificultad de respuesta al brote.

Sabemos que COVID-19 afecta más a la población anciana (España es el 2º país más longevo del mundo) y que 1 de cada 7 casos necesita ser intubado por dificultades respiratorias. Ese, es uno de los grandes problemas que presenta España (entre otros) para superar la crisis del coronavirus.

No ha cambiado tanto la percepción sobre el virus en sí, lo que ha cambiado es la difusión de este hasta convertirse en una pandemia mundial.

El peligro del virus no es su letalidad, pero sí nuestra falta de recursos para hacerle frente.

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